
El comienzo del verano es genial para caminar por esta avenida. El aire de la ciudad todavía esta fresco ya que la humedad no es tan alta como el pleno verano de Japón. También, es un lugar privilegiado porque está cerca el Parque de Shinjuku-Gyoen, del cual sale una fresca brisa con aroma a verde y cuando llegas a sus linderos gozas de las tonalidades de las nuevos brotes de ramas cargadas de hojas que crean un ambiente muy pintoresco. Saliendo de la estación de Yotsuya, a ambas veredas de la avenida hay diversos comercios que proveen de todo a los habitantes de este barrio. Algunos de eso locales llevan ya algún tiempo ahí y, en especial, es muy interesante entrar en los locales de dulces tradicionales japoneses como Kaneido. Es costumbre que te ofrezcan productos para catar acompañados con té de frijol negro. A la vista los “wagashi”, como se los conoce en japonés, son unas joyas delicadamente acabadas, por lo que es un placer ir de compras y, mucho mejor, probarlas por su delicado toque dulce que a cada bocado despierta gratas sensaciones.

La caminata no es muy larga, pero siempre se te apetece tomar un café, luego del dulce. El café es algo muy común y siempre hay una buena excusa para entrar en una cafetería, que por cierto las hay por todas partes. !Oh, qué sorpresa! Lo que no había visto aún era un estand de café del estilo sifón. Lo que le hace especial a este estilo de preparación, es que el café se mezcla con el agua hirviente pasando de un recipiente que esta por debajo del contenedor del café. Verlo pasar ya es una delicia para sentir los aromas del grano recién hecho.

En este tramo encontré dos rincones que me atrajeron: uno es el Centro Cultural Coreano donde vi una exposición de trabajos de “pojagi” (labor de retazos), esta es muy peculiar porque las telas que se usan son muy finas y traslúcidas y me recuerdan los vitrales de las catedrales. Así mismo, su biblioteca es muy espaciosa y tiene libros en español e inglés.

Otro lugar para pasar, es el museo del Cuerpo de Bomberos de Tokio desde la era de Edo hasta nuestros días. Es una retrospectiva de valor y heroísmo, como de entrega total para proteger de las llamas a la ciudad. Sabias que en la epoca de Edo no se apagaban los incendios, lo que se hacia para contenerlo era botar al piso todas las edificación colindantes con herramientas manuales. ¡Qué interesante!

Bueno, para terminar este corto recorrido que mejor que comer algo, hay mucho de donde elegir, pero opte por lo menos común. Y pues, ya que estuve en la casa de Corea, me dio ganas de picar algo coreano y, por casualidad, hay una tienda especializada en comida Coreano cerca, Saikabo. El local tiene en el primer piso una tienda con las tradicionales verduras encurtidas “Kimuchi” y, en el segundo piso, un comedor donde ordené chijimi y macori fresco. El gusto es fantástico y me recuerda a la comida en Corea.

¡Vaya, llegando al final del trayecto está la estación de Shinjuku donde todo el ambiente cambia bruscamente a una zona de entretenimiento muy concurrida! Bueno, ya es la hora de explorar otros rincones de Tokio.
