Un recorrido de bici por el campo de arroz en Hida Furukawa. Hay un cuento que dice que el dios del arrozal baja al pueblo en primavera y regresa en otoño a la montaña, esta historia coincide con el ciclo del cultivo del arroz. Además de ser la comida principal de los japoneses, el arroz es uno de los ingredientes principales para el sake: una bebida sagrada de Japón. A los que les gusta el vino, tal vez han escuchado la palabra “terroir ” en francés, que significa algo como “los factores ambientales y naturales que rodean al viñedo”. Quizás, para los japoneses, esto podría traducirse como “fūdo ”(風土), es decir el viento y la tierra. Al igual que el vino, el sake también depende de la tierra en la que se cultiva el arroz y su entorno natural.
Bueno, en primavera, el ciclo de arrozal comienza. Normalmente, se planta el arroz antes de que llegue el pleno verano, y se cosecha las espigas de arroz doradas en otoño. De ahí, empieza la elaboración del sake, shikomi, en invierno debido a que su clima, el aire frio, es lo que evita la reproducción de gérmenes que afectan el proceso de la fermentación. Como se estableció la metodología de la elaboración del sake durante la época de Edo, se aprovechó estas condiciones estacionales del invierno. Para mí, probar el sake es algo más que saborear, es más bien como viajar por Japón a través del sake, imaginando un paisaje panorámico de la armonía de la gente y naturaleza como aquel viaje en Hida Furukawa de la prefectura de Gifu, recorriendo por el campo en bicicleta.