A la hora del comienzo de las vacaciones de verano, coincide con la llegada de la temporada más caluroso del año, el Gran Calor. Taisho(大暑), así lo llamamos al día 22 de julio de 2020. Aún no está despejado el cielo totalmente como lo expresa el calendario japonés, pero ya mismo vendrá el calor sofocante típico de Japón, el Gran Calor. Para escapar de éste calor, tenemos el aire condicionado ahora, pero antes, cuando no lo tenían, los japoneses simplemente echaban agua en frente de su casa, aprovechando la función de la evaporación por el intenso calor. Esta costumbre se llama Uchimizu(打ち水), y lo hacían por la mañana, antes de subir la temperatura y por la tarde cuando comienza a bajar la temperatura. Otra cosa, algo sencillo, es colgar una cascabel de viento, Fuurin(風鈴)en tu casa. Dicen que su origen se remonta a la India donde se colgaban en las cuatro esquinas del techo como amuleto, Fuutaku(風鐸). Se creía que el sonido echaba lo malo y protegía al templo. O también dicen que se colgaban debajo de un árbol como instrumento del arte de adivinar en China. Sea India o China, no cabe duda de que el sonido era lo que les importaba. Pero, ¿cómo puede convertirse un amuleto en una cascabel de viento para la casa? Con la llegada del Budismo a Japón, se trajo este amuleto como un instrumento del templo budista, lo puedes ver así en el templo con la construcción de madera más antiguo del mundo, el Horyuji en Nara.

De ahí, a lo largo de la historia milenaria de Japón, el amuleto que protegía al templo, pasó a las casas de los nobles de aquella época de Heian, en el momento donde los nobles tenían el poder del país y las colgaban para proteger su casa contra epidemias. Así mismo, eran hechas de materia de metal, pero durante la época de Edo, aparecieron cascabeles de vidrio, y durante la época de la restauración de Meiji, la era de la modernización japonesa (así suele expresarse la era), las vendían en la calle. Pues, esta es la breve historia de la cascabel japonesa. Su imagen ha cambiado, pero su esencia, o sea, su sonido, no ha cambiado hasta ahora. Antes el sonido era el que echaba lo malo, pero ahora ese sonido es el que te hace sentir la frescura. Pues, es lógico ya que está soplando el viento por eso suena el sonido, pero tal vez, no solamente es físico esa sensación, sino también, es el sonido de la cascabel lo que nos tranquiliza y crea la armonía del espacio. Tal vez, podemos buscar tu sonido favorito en este taller de cascabeles de vidrio en Tokio. Cada uno tiene su forma de escapar del calor de verano, pero este año es el momento de re-tomar esta costumbre de la cascabel de verano, no solamente para calmar el calor, sino también para protegernos contra la epidemia del COVID-19.

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